Así, por ejemplo, si pesamos un trozo de hierro, lo dejamos un tiempo a la intemperie y, cuando está bien oxidado, volvemos a pesarlo, se puede comprobar que su masa ha aumentado.
En la conclusión, volvemos a ex-presar la tesis que sostenemos en el ensayo y señalamos los argumentos que hemos empleado para defenderla.
Si lo volvemos a pulsar, quedará cerrado.
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