Cuando Teseo fue a Creta, la hija del rey, Ariadna, le dio un ovillo de hilo y le indicó que lo fuera deshaciendo al adentrarse en el laberinto.
El joven trata de disuadirla de su nefasta pasión, pero Fedra, al verse rechazada, se suicida, pero habiendo dejado para Teseo una carta en la que acusa a Hipólito de haber intentado seducirla.
Este palacio laberíntico inspiró, probablemente, la leyenda de Teseo y el Minotauro.
Hizo enloquecer a mujeres como Medea, Fedra, Helena y Ariana, que perdieron la cabeza, respectivamente, por Jasón, Hipólito, Paris y Teseo.
Teseo da crédito a la calumniosa acusación y, desoyendo las protestas de inocencia de su hijo, lo destierra de Trecén y acaba muriendo.
Teseo llegó ante el monstruo y lo mató; después, siguiendo el hilo, consiguió salir del laberinto.
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