El alma humana, por tanto, presenta dos facetas a la vez: Es sustancia, con un ser propio, subsistente, que se conserva tras la muerte; en esto se aparta del pensamiento aristotélico.
La sustancia, por ser sujeto, tiene un ser propio: es subsistente.
Solo el ser es por sí mismo, luego Dios es el Ser puro subsistente.
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