«Parece que la mayoría de los que se llaman cristianos se comportan como los compañeros de Ulises: se acercan a la cultura como gente burda que ha de pasar [tapándose los oídos] junto a las sirenas.
Calipso le anuncia los terribles males que sufrirá si la rechaza y sigue su viaje: el hechizo de las sirenas y sus cánticos fatales (una imagen de la fascinación que ciega a todos los humanos haciéndoles ceder a las grandes metas), Escila (el remolino) y Caribdis (el monstruo de muchas cabezas), etcétera.
En la Antigüedad, las sirenas eran pájaros y no peces.
Más tarde se tuvo que enfrentar a los cantos hechiceros de las sirenas; fue a parar al hogar de la ninfa Calipso, y fue a la isla de los feacios, cuyo rey finalmente le proporcionó los medios para volver a Ítaca.
Observa que, en la Antigüedad, las sirenas eran aves, y no peces.
Ulises atado a un mástil de su nave para resistir el canto de las sirenas.
Ulises y las sirenas .
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