¿Qué fruto, inquiero, exigimos de estas cosas: la admiración de los tontos y la satisfacción de los simples?
«Ser benéfico cuando se puede es un deber, y además hay algunas almas tan predispuestas a la compasión que incluso sin otro motivo de la vanidad o de la propia conveniencia, encuentran un placer interior en difundir alegría a su alrededor y pueden recrearse en la satisfacción de otros en tanto que es su obra.
Ahora bien, mientras que unas pasiones, como el deseo de conservación y satisfacción, se encuentran en el origen de esa guerra de todos contra todos, otras apremian a alcanzar la paz.
Con frecuencia, los países pobres abandonan las necesidades más básicas de sus poblaciones y dirigen sus esfuerzos hacia la satisfacción del consumismo creciente de las sociedades más desarrolladas.
El gusto de este público determinaría cada vez en mayor medida la producción de los artistas, cuyo éxito dependía de su aprobación, como en otros tiempos había dependido de la satisfacción de los clientes que encargaban la obra.
El hombre, aunque forma parte de la naturaleza, no encuentra en ella la satisfacción al anhelo de in fi nitud, por lo que busca en un ser externo lo que, en realidad, está dentro de sí.
Eros es el amor pasional, el deseo de quien busca satisfacer sus impulsos con las cosas y las personas, y que se convierte en medio con el fin de lograr tal satisfacción.
Esta ideología puede acabar por deformar la conciencia, de tal modo que amar se identifique con sentir y ser libre, con la búsqueda de la satisfacción inmediata.
La fi nalidad de la casa es la satisfacción de las necesidades cotidianas.
Mill piensa que este no puede medirse de una forma cuantitativa, porque, en realidad, los placeres son cualitativamente muy distintos entre sí: es preferible, por ejemplo, una tristeza noble a una satisfacción derivada de la acción de hurtar.
Para acabar esta fase, se observa qué grado de satisfacción supone cuando se utiliza respecto a la función para la que fue diseñado.
Para terminar esta fase, debemos observar qué grado de satisfacción tiene cuando lo utilizamos respecto de la función para la que se diseñó.
Platón entendía que el alma debe convivir con el cuerpo mientras permanece unida a él y por eso necesita cierta satisfacción sensible.
Se consideran ecoeficientes aquellos mecanismos de producción, distribución y consumo que compatibilizan los intereses económicos y la satisfacción del usuario con los intereses ecológicos.
Según él, no se puede hablar de libertad como espontaneidad —independencia de causas externas— o como autodeterminación de un individuo hacia un fi n. Frente a la postura racionalista, sostuvo que la razón está al servicio de la pasión para lograr el placer y evitar el dolor, ya que la pasión es lo único que nos mueve a desear o rechazar un objeto, debido a la expectativa de satisfacción o disgusto que este produce.
Según Hobbes, las pasiones impulsan al ser humano a la autoconservación y a la satisfacción individual, y determinan su modo de actuar.
Sin embargo, actualmente, en lugar de favorecer el autodominio, este sistema ha desembocado en la búsqueda de la satisfacción inmediata del deseo y en la sustitución del ahorro por el consumismo.
Sin embargo, a diferencia de Aristóteles, la satisfacción de las necesidades naturales no agota el ser del hombre.
Son egoístas, ya que esos fi nes consisten en la satisfacción de intereses individuales.
Su bondad es la de lo deleitable: la bondad de lo que es querido porque causa en el sujeto una resonancia afectiva positiva (placer, satisfacción, alegría, etcétera).
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