Así, por ejemplo, en lo que concierne a la reflexión sobre la realidad y el ser humano, comprobamos que el dualismo de Platón está presente en diversas corrientes de pensamiento que lo aprueban o lo rechazan: Lo defendieron algunos de los primeros fi lósofos cristianos, el neoplatonismo y, en la Edad Moderna, el racionalismo; para ellos, la sustancia material y la espiritual eran irreconciliables.
Asimismo, muchos de estos intelectuales criticaron el idealismo hegeliano por su exceso de racionalismo, y se preguntaron por la existencia humana, por el hombre, alejándose de los temas abstractos.
Cabe a fi rmar que no se opuso a la razón, sino a los excesos del racionalismo; tampoco se opuso a la vida, sino al vitalismo irracionalista que reducía la vida a vida instintiva.
Coinciden con el racionalismo en que no conocemos las cosas mismas, sino nuestras ideas, pero, a diferencia de este, situaron su origen en la experiencia sensible y no en la razón.
Con esta mentalidad, Descartes inició el racionalismo que, al mismo tiempo, supuso el nacimiento de la filosofía moderna.
Del racionalismo, que esa multiplicidad de puntos de vista se ha de uni fi car desde algún principio rector, ya que esas perspectivas múltiples son complementarias.
El empirismo, como toda la fi losofía moderna, mostró mucho interés por el estudio del conocimiento humano y, al igual que el racionalismo iniciado por Descartes, adoptó una postura idealista.
El idealismo Immanuel Kant propuso una vía intermedia entre el empirismo y el racionalismo, que denominó idealismo trascendental.
El punto de partida del racionalismo ya no fue la realidad, sino el conocimiento de esta.
El racionalismo se difundió por el continente europeo durante el siglo xvii y parte del siglo xviii .
En contra del racionalismo, Hume propuso la primacía de las pasiones sobre la razón para distinguir la virtud del vicio y determinar las obligaciones morales.
Esta visión fue muy importante en el desarrollo del racionalismo, en el que predominará la reflexión sobre la esencia y sus atributos desde un punto de vista conceptual.
Estos principios organizan y dan sentido a la experiencia (entre ellos, el espacio y el tiempo, y las categorías del entendimiento).Así pues, como el racionalismo, Kant sostendrá que hay en la mente conceptos innatos.
Frente al racionalismo ilustrado, los románticos ensalzaron lo irracional, pero sin abandonar el concepto de razón.
Fundamentándose en el racionalismo moral, pretendía inculcar los valores libertarios de igualdad y solidaridad, inspirados en el anarquismo.
Hay que abandonar, según estos fi lósofos, el racionalismo, el humanismo y todos los «ismos», que son mitos o leyendas, inaceptables en el momento actual.
La experiencia sensible no posee para el racionalismo un gran valor en sí.
Los sistemas morales del racionalismo y el empirismo seguían vigentes.
Mucho más tarde, con el racionalismo cartesiano y el pensamiento kantiano, la razón y el sujeto dominaron el ser y la realidad.
No se puede considerar una reacción frente al Movimiento Moderno, pues mantiene sus principios esenciales (racionalismo, funcionalismo), sino más bien una derivación de él mediante la exaltación del progreso tecnológico.
Pero fue el racionalismo crítico de Popper el que transformó de fi nitivamente el panorama de la fi losofía de la ciencia.
Popper llamó a su fi losofía racionalismo crítico.
Rousseau vivió en una época en la que convivían las dos principales corrientes fi losó fi cas de la Edad Moderna: el racionalismo o y el empirismo.
Si bien la in fl uencia de la fi losofía kantiana había sido decisiva, su solución a la disyuntiva entre empirismo y racionalismo conllevaba serios problemas teóricos.
Sin embargo, esta postura conduce a una situación problemática, ya que el racionalismo convierte la fe en puro voluntarismo: Dios debe existir, aunque, como no podemos saber de verdad si realmente existe, creer en él no es racional.
Spinoza ahondó en el racionalismo cartesiano e identi fi có lo real con Dios y con nuestras ideas, re fl ejo fi nito del Dios in fi nito.
Su carácter funcional, muy próximo a Sullivan y la Escuela de Chicago, anuncia el racionalismo posterior.
Surgirán así las primeras corrientes filosóficas de la modernidad: el empirismo y el racionalismo.
También en su forma de expresión, su intención era criticar el racionalismo, especialmente, el hegeliano.
Y otra más rectilínea, característica del mundo anglosajón (Gran Bretaña, Austria y Alemania), que enlaza con el racionalismo del siglo .
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