Cuando observamos a simple vista la Luna o las estrellas, llega hasta la retina la luz que, procedente de estos astros, pasa a través de la pupila de nuestro ojo, que, aun en plena oscuridad, tiene una abertura de unos pocos milímetros.
Cuanto mayor sea la intensidad de luz exterior, más se cerrará la pupila.
Detrás de la pupila se encuentra el cristalino, que es transparente y contribuye a enfocar las imágenes en la retina.
El iris es un diafragma muscular, que regula el tamaño de su orificio central, llamado pupila, con el fin de dejar pasar la cantidad de luz adecuada para una correcta visión.
En su parte anterior se encuentra el iris, que es un anillo muscular que tiene en su centro un orificio, la pupila, que puede ampliarse o reducirse, regulando la intensidad de luz que penetra en el ojo.
Provoca una serie de cambios que comportan un aumento del gasto de energía y que preparan el organismo para enfrentarse a situaciones adversas, como por ejemplo dilatar la pupila, acelerar el ritmo cardíaco, contraer los vasos sanguíneos de la piel (la persona palidece), etc. El SNA parasimpático Actúa cuando el organismo se relaja.
Si se mira de cerca el ojo de una persona, se puede observar que la pupila se dilata en la oscuridad y se cierra cuando la luz que incide en ella se hace más intensa.
Un programa interpreta los movimientos de la pupila del usuario, hace un seguimiento y lo transmite al puntero del ratón en el monitor.
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