Algunos autores antiguos explican que la Pitia estaba escondida tras una cortina y que solo se escuchaba su voz.
Apolo instaló en ella a la Pitia, que transmite las respuestas de los dioses.
En Delfos, la profetisa se llamaba Pitia.
En primer lugar, la persona que realizaba la consulta tenía que dirigirse a la parte más íntima del templo de Apolo, donde se encontraba la Pitia instalada en un trípode.
En su éxtasis inspirado por Apolo, la pitia pronunciaba palabras incoherentes que eran recogidas, interpretadas y redactadas en verso o en prosa por un sacerdote.
Entonces la pitia entraba en un delirio profético que le permitía responder a las preguntas que le proponían en voz alta los consultantes.
La Pitia era escogida con mucho cuidado por los sacerdotes de Delfos, que también se encargaban de la interpretación o la redacción de sus oráculos.
La Pitia respondía «sí» o «no», según la voluntad del dios que se expresaba a través de ella.
Los consultantes pasaban a la cámara subterránea en que oficiaba la pitia, y mediante un sorteo se determinaba el orden en que preguntaría cada uno.
Templo de Apolo, donde estaba la Pitia.
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