Ahora bien, es fácil comprobar que no todo hábito moral perfecciona al ser humano.
De forma semejante al ideal estoico, considera que lo que perfecciona al ser humano no es lo que le sucede, sino su actuar libre y el modo en que afronta lo que su voluntad no puede cambiar.
El Aquinate, de acuerdo con Aristóteles, concibió la virtud como un hábito bueno adquirido, operativo y voluntario, que perfecciona al sujeto que lo posee y su acción.
Es un hábito operativo, ya que posibilita la adecuada realización de los actos propios de la facultad que perfecciona.
Es corruptible y extensa como el cuerpo y se puede dividir en tantas partes como zonas del cuerpo perfecciona.
Esa palabra no revoca la Ley, sino que la perfecciona, aportando de modo divino su interpretación definitiva: También habéis oído que se dijo a los antiguos.
La libertad depende de la naturaleza especí fi ca del ser humano y, por lo tanto, de aquello que la perfecciona.
La naturaleza de la virtud Al igual que Sócrates y Platón, Aristóteles estimó que la virtud es algo que perfecciona al ser humano, lo hace bueno y lo encamina hacia una vida feliz.
La parte de la vista, por ejemplo, perfecciona la visión y la parte del oído, la audición.
Perfecciona el conocimiento de las cosas superiores y divinas, de modo que constituye el culmen de la contemplación y otorga la máxima felicidad.
Pero solo escogemos correctamente cuando lo hacemos conforme a nuestra naturaleza y optamos por lo que nos realiza y perfecciona.
Puede ser ética, si perfecciona las facultades apetitivas del hombre, o dianoética, si ayuda al desarrollo de las facultades intelectuales.
Se basa en el antiguo sistema métrico decimal, el cual perfecciona y actualiza.
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