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50 oraciones y frases con partidos

Las oraciones con partidos que te presentamos a continuación te ayudarán a entender cómo debes usar partidos en una frase. Se trata de ejemplos con partidos gramaticalmente correctos que fueron redactados por expertos. Para saber cómo usar partidos en una frase, lee los ejemplos que te sugerimos e intenta crear una oración.
  • A diferencia de lo ocurrido en la etapa anterior, en la que los gobiernos conservadores de Cánovas tuvieron mayor duración y un indiscutible protagonismo, durante la regencia de María Cristina la práctica del turno de partidos se normalizó, con la alternancia en el gobierno de conservadores y liberales.

  • Además los progresistas se dividieron en dos nuevos partidos: el Partido Constitucionalista, dirigido por Sagasta ; y el Partido Radical, de Ruiz Zorrilla .

  • Ambos partidos estaban más próximos entre sí de lo que aparentaban, incluso en el ámbito ideológico, y aceptaban el juego trucado en que se habían convertido los cambios de gobierno con el sistema de turno pací fi co.

  • Así pues, rota la con fi anza entre los dos partidos, comenzaba el enfrentamiento real, y la alternancia en el poder ya no se produciría por acuerdo entre sus líderes, sino por mandato del rey.

  • Conscientes de su protagonismo, los generales o «espadones» se colocaron al frente de los recién creados partidos y se erigieron en árbitros de la vida política.

  • Dentro de los partidos republicanos, pero con una marcada identidad propia, seguía creciendo el Partido Socialista Obrero Español, cada vez más dispuesto a participar en el juego político parlamentario, sin renunciar por ello a la revolución social.

  • Desde hacía tiempo, diversos partidos catalanes, incluido el socialista, venían proponiendo una revisión del Estatuto de Cataluña para avanzar en el autogobierno.

  • El alzamiento militar según su coordinador Alguien ha dicho que el Movimiento militar ha sido preparado por unos generales ambiciosos y alentados por ciertos partidos políticos dolidos de una derrota electoral.

  • El Parlamento, los partidos políticos, los sindicatos salen al paso de los posibles abusos o atropellos y controlan el ejercicio de los poderes públicos.

  • El procedimiento consistía en lo siguiente: a Los dos partidos del sistema se relevaban en el poder de forma pací fi ca y se concedían mutuamente plazos razonables de gobierno.

  • El texto preautonómico para las tres provincias vascas se publicó en noviembre y se constituyó el Consejo General Vasco, integrado por los partidos políticos con representación parlamentaria.

  • Elabora una lista de los partidos políticos (siglas y nombre completo) que tienen representación en tu Ayuntamiento, en el Parlamento de tu comunidad autónoma y en el Congreso de los Diputados.

  • En este sentido, apenas tenía consecuencias que el sufragio fuera censitario o universal masculino, excepto en las grandes ciudades, donde tenían más posibilidades de obtener algún escaño los candidatos de otros partidos distintos del Conservador y el Liberal.

  • En la primera declaración del gobierno se reconocían los derechos y libertades fundamentales, así como la legitimidad de los partidos políticos y de las autonomías históricas; se anunciaba la concesión de una amplia amnistía política y la convocatoria de elecciones generales antes de un año.

  • En su mayoría militaban en partidos comunistas y actuaban en solidaridad con la izquierda española, frente a la amenaza del avance fascista.

  • Eso es lo que hacemos cuando hay elecciones: los ciudadanos que quieren, organizados en partidos políticos, se presentan a las elecciones.

  • España había pasado de la prohibición de los partidos políticos durante el franquismo a una proliferación excesiva, que los resultados electorales se encargaron de cribar.

  • Este vacío ideológico se apreció en las primeras medidas decretadas por la Junta para los territorios ocupados, dirigidas a acabar con las huellas de la República, y no a levantar un nuevo modelo de Estado: se prohibieron los sindicatos, se disolvieron los partidos políticos, se estableció una rígida censura de prensa y se destituyó a todos los cargos públicos republicanos, desde gobernadores civiles hasta alcaldes.

  • Excluidos de la posibilidad de gobernar quedaron los carlistas, por anticonstitucionales, y los partidos republicanos, por antimonárquicos.

  • Existen diversas organizaciones sociales: políticas (como los partidos políticos y las instituciones: el Parlamento, el Ayuntamiento…), profesionales, sindicales, culturales, deportivas, ONG, etcétera.

  • La UCD nació como coalición de numerosos partidos minoritarios cuyo espectro ideológico estaba en torno al centro y la derecha moderada –democratacristianos, socialdemócratas y liberales–. Un alto porcentaje de sus miembros había estado vinculado a los círculos políticos del franquismo, aunque desde posiciones moderadas.

  • La alternancia pací fi ca en el poder de los dos partidos principales se convirtió, de hecho, en cambios de gobierno pactados de antemano entre ellos: era el turno de partidos .

  • La crisis de los partidos dinásticos: divisiones y rivalidades internas La propia naturaleza de los dos partidos dinásticos llevaba implícita su debilidad.

  • La fricción entre anarquistas y marxistas se debía a dos diferencias fundamentales: una de objetivos, ya que los anarquistas pretendían la abolición del Estado, y los marxistas su conquista por parte de los trabajadores; y otra de estrategia, pues los anarquistas, al contrario que los marxistas, rechazaban la creación de partidos obreros y la participación en el sistema político (elecciones, gobiernos, etc.), al que despreciaban por burgués.

  • La Internacional Comunista imponía una estricta serie de condiciones para poder adherirse a ella, como una organización disciplinada del partido, el rechazo del socialismo reformista y parlamentario, o la subordinación de los partidos obreros de cada país a los intereses prioritarios de la Revolución rusa, para permitir su consolidación como primera potencia del proletariado.

  • La oposición popular en el interior De muy distinta naturaleza fue la oposición popular en el interior, que se manifestó a través de tres cauces: la guerrilla, las huelgas y las actuaciones de partidos políticos y organizaciones clandestinas antifranquistas.

  • La República que conciben los partidos republicanos no es una República dirigida por motivos sociales o económicos de clase, sino un régimen de libertad democrática, impulsado por razones de interés público y progreso social.

  • Las derechas deben constituir la reserva para el porvenir, cuando hayan fracasado los partidos de centro.

  • Los militares sublevados, cuando conquistaban un pueblo o ciudad, eliminaban sistemáticamente a miembros y simpatizantes de partidos y sindicatos de izquierdas, pero entre sus víctimas también fueron numerosos los maestros, tan apreciados por la República, y los intelectuales, entre los que sobresale la fi gura de Federico García Lorca, asesinado al principio de la guerra.

  • Los partidos, o los jefes de los partidos, codician honores, o riquezas, o imperio; pero ¿qué puede apetecer en el mundo un Rey cristiano, sino el bien de su pueblo?

  • Los partidos políticos se deshacen y surge un movimiento nacional amplio, sin exclusivismos ni clientelas, que busca la colaboración de todos los españoles.

  • Los partidos republicanos El fracaso de la Primera República puso de mani fi esto las profundas divisiones existentes en las fi las republicanas, entre las cuales se pueden distinguir cuatro grupos ideológicos: los federalistas de Pi i Margall, los centralistas de Salmerón, los posibilistas de Castelar y los progresistas de Ruiz Zorrilla.

  • Los partidos republicanos y los grandes movimientos sociales, como el movimiento obrero y campesino, los regionalismos y los nacionalismos, quedaron excluidos, en mayor o menor medida, del sistema político de la Restauración, que, incapaz de integrarlos, no fue más allá de ofrecerles algunas tímidas concesiones.

  • Los sectores minoritarios del tradicionalismo (carlismo) o la Falange que rechazaron la uni fi cación, en aras de la pureza ideológica de sus partidos, fueron duramente castigados con el destierro o la prisión.

  • Los sindicatos y organizaciones obreras reclamaron la entrega de armas para defender la República, pero Casares Quiroga –presidente del gobierno en el momento de la rebelión– se negó a ello porque eso signi fi caba traspasar de hecho el poder del Estado a los dirigentes sindicales y a los responsables de los partidos obreros.

  • Ni siquiera en Madrid, sede del gobierno central de la República, esta fue capaz de impedir la aparición de órganos de poder alternativos en manos de partidos y sindicatos.

  • No eran partidos de masas, sino de notables, por lo que su fuerza radicaba en las características personales de sus miembros y, muy especialmente, de sus máximos dirigentes.

  • Nos mantendremos a la expectativa de la disolución de nuestros adversarios y de los partidos que hoy se llaman de centro y antes fueron revolucionarios .

  • Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gobernante, distribuida o encasillada en «partidos».

  • Pero a pesar de las tensiones entre el Estado republicano y la Iglesia, y del anticlericalismo de partidos y sectores populares de izquierdas, conviene recordar que ni todos los católicos eran antirrepublicanos, ni todos los republicanos eran anticlericales.

  • Por ejemplo, se prohíbe la violencia o los partidos antidemocráticos porque van en contra de estos principios.

  • Por último, los partidos y sindicatos republicanos habían quedado prácticamente desarticulados por la represión franquista de la posguerra, por lo que su actuación se limitó en la mayoría de los casos a buscar apoyos internacionales desde el exilio.

  • Posteriormente, a mediados del siglo, ya en el reinado efectivo de Isabel II, aparecieron otros dos nuevos partidos a partir de escisiones de los anteriores: el Partido Demócrata y la Unión Liberal .

  • Se produjo en el interior de España una proliferación de partidos que, desde la clandestinidad, desarrollaron una labor sistemática de oposición al régimen.

  • Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados, tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la Nación, son españoles, todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males.

  • Sin embargo, el apoyo de los liberales a la causa isabelina permitió desmantelar el Antiguo Régimen y sentar las bases de una monarquía parlamentaria y constitucional, de una economía de signo capitalista y de una nueva sociedad de clases: a Se formaron los primeros partidos políticos que de fi nieron las dos corrientes esenciales del liberalismo español: el Partido Moderado y el Partido Progresista .

  • Su fuente de inspiración era el modelo inglés, cuya estabilidad, en su opinión, se basaba en la alternancia en el gobierno de dos grandes partidos y en la consolidación histórica de sus dos instituciones fundamentales, la monarquía y el Parlamento, que habían hecho innecesaria la elaboración de una Constitución escrita.

  • Tampoco se pudo evitar del todo la con fl ictividad laboral ni el descontento social, sobre todo en los sectores más izquierdistas, que se consideraban engañados y no aceptaban que partidos de izquierdas y sindicatos hubiesen fi rmado un pacto que cargaba el coste de la crisis sobre los trabajadores.

  • Una parte de la jerarquía eclesiástica española se fue distanciando del régimen, y numerosos miembros de organizaciones católicas –y no pocos sacerdotes– colaboraron o militaron en los clandestinos partidos y sindicatos de la oposición, en especial el Partido Comunista y Comisiones Obreras.

  • Yo veía que la «reprobación» iba a desplazar hacia otros partidos no situados en el punto de mira del alto mando, muchos de los votos que podían haber venido al PCE en las elecciones ya próximas.