¿Por qué debemos obedecer las leyes?
Así, se puede leer en el Contrato social: «Para que el pacto social no sea una fórmula vacía, contiene este compromiso tácito, que solo puede dar fuerza a los demás, y que consiste en que quien se niegue a obedecer la voluntad general será obligado por todo el cuerpo: lo que signi fi ca que se le obligará a ser libre» (I, cap.
Ciudadanos activos La Doctrina Social de la Iglesia fomenta la responsabilidad de las personas y de las instituciones (asociaciones de padres, colegios, iniciativas empresariales, etc.), pues defiende que el hombre es autor y actor de la sociedad, y no puede limitarse a obedecer pasivamente la autoridad del Estado.
De todas formas, Isaac Asimov, uno de los mejores y más prolíficos escritores sobre robótica, es más optimista: los robots de sus relatos están equipados con instrucciones irrevocables que los obligan a proteger y obedecer a las personas.
El cónsul podía ordenar a los lictores que golpearan o incluso mataran a quien se negara a obedecer a la República.
En el mundo todo parece obedecer a un orden, aunque se trate de cosas sin conocimiento: astros, mareas, átomos, etc. No obran por azar, sino intencionadamente.
En ese momento, dejaba a la familia e iniciaba su formación en las escuelas públicas, donde aprendía a obedecer y a prepararse para una vida de servicio militar, que duraría hasta los sesenta años.
Gracias a esta conciencia, la persona descubre una ley que ella no se da a sí misma, que la llama a hacer el bien y a evitar el mal, y a la que debe obedecer.
Imperatividad Las normas jurídicas encierran una orden o mandato cuyo destinatario debe obedecer.
La disposición de las figuras en el espacio no parece obedecer a ninguna regla de perspectiva, pues el espacio es plano y la mujer desnuda parece suspendida en el aire.
La moral provisional quedó formulada en el Discurso del método en cuatro reglas: «Obedecer a las leyes y costumbres de mi país, conservando con fi rmeza la religión en la que Dios me ha concedido la gracia de ser instruido desde mi infancia y rigiéndome en todo lo demás según las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso, que fuesen comúnmente admitidas en la práctica por los más sensatos».
Los demás miembros del Estado son súbditos y deben obedecer ciegamente la voluntad del soberano.
Muchos maridos consideran a sus esposas como posesiones personales, que siempre tienen que obedecer su voluntad, y consideran normal el recurso a la violencia.
Representa una naturaleza agitada por fuerzas colosales, turbulenta y amenazadora, máxima expresión de lo sublime; una naturaleza, en definitiva, que parece obedecer a la exaltación pasional del Romanticismo.
Sin embargo, sostuvo que es un hecho de experiencia que acompaña a todo nuestro actuar: siempre observamos que, aunque la razón juzgue si debemos o no hacer algo, nuestra voluntad no se encuentra obligada necesariamente a obedecer.
Solo debe vivir para obedecer y adorar a Dios, lo que le obliga a cumplir con los «Cinco Pilares del Islam»: la profesión de fe, la oración cinco veces al día –al amanecer, a mediodía, por la tarde, a la puesta del sol y por la noche–, la práctica de la limosna, el ayuno durante el mes de Ramadán desde la salida a la puesta del sol, y la peregrinación a la ciudad santa de La Meca al menos una vez en la vida.
Y por eso, mientras que ella está como viajero cautivo en la ciudad terrena, habiendo recibido ya la promesa de su redención y el don espiritual como prenda de ella, no duda en obedecer las leyes de la ciudad terrenal que reglamentan las cosas necesarias y el mandamiento de la vida mortal.
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