Además, Bruno elaboró una teoría sobre las mónadas que anticipó la de Leibniz.
Al igual que el resto de las mónadas, el alma y el cuerpo no pueden in fl uirse mutuamente.
Aseveró, en cambio, que Dios ha decretado una armonía preestablecida por la que los movimientos de las mónadas se producen en perfecta armonía o sincronía entre ellos.
Dios sería la mónada suprema, mónada de las mónadas, de la que derivan todas las demás que componen el universo.
Las mónadas son el mínimo componente de la sustancia de los cuerpos.
No se pueden modi fi car por la acción de otras mónadas, por lo que son independientes y autónomas.
Sin embargo, no lo hace interviniendo directamente para poner de acuerdo los movimientos de unas mónadas con los de otras.
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