A pesar de que eran extranjeros y de que no tenían derecho a participar en las instituciones políticas de Atenas, in fl uyeron mucho en ella a través de sus discípulos, los futuros magistrados.
Cada año tendrían que celebrarse elecciones de representantes, magistrados y senadores.
Como es difícil conseguir que el monarca sea el mejor, es conveniente limitar su poder mediante magistrados elegidos por el pueblo.
Cónsoles Pretores Ediles cuestores Los magistrados se encargaban de las distintas funciones políticas, siguiendo un orden de cargos bien definido, que se denominaba cursus honorum.
Después de negociar, obtuvieron el derecho a disponer de magistrados propios, los tribunos de la plebe, que defendían sus intereses.
Durante el Alto Imperio, el calendario anual de fiestas llegó a superar los ciento ochenta días, entre fiestas religiosas y celebraciones organizadas por emperadores y magistrados.
El Senado podía castigar a magistrados y separarlos de sus cargos.
El sistema político de la República quedó configurado de la siguiente manera: magistrados romanos, al contrario que los griegos, no eran simples servidores del pueblo, sino representantes del poder del Estado con verdadera autoridad.
En ella se debatían y se votaban las leyes y otras propuestas del Consejo, se escogía a los magistrados y se juzgaban los asuntos graves.
En teoría, el Senado solo daba opiniones, pero en la práctica esas opiniones eran verdaderas decisiones que los magistrados debían aplicar.
En la primera fila se sentaban los sacerdotes y los magistrados, así como los atenienses y los extranjeros.
En su diálogo de vejez, Las Leyes, sustituyó al reyfi lósofo por un cuerpo de magistrados que se controlan unos a otros y que se someten a unas leyes inmutables.
Entre los espectáculos que ofrecían los magistrados o el emperador, llamados ludi, hay que mencionar en primer lugar los juegos de circo, que eran los más antiguos.
La República, en cambio, era más compleja, pues se basaba en el equilibrio de poderes entre los magistrados, el Senado y las asambleas o comicios.
La basílica era la sede de los magistrados.
Los ciudadanos escogían a los magistrados y podían aceptar o rechazar algunas leyes.
Los diferentes Estados nativos comprendían una o varias ciudades que controlaban el territorio circundante, con formas de gobierno monárquicas (bajo el gobierno de régulos) o democráticas (con asamblea, senado y magistrados).
Los magistrados más importantes eran los dos cónsules .
No eran muy numerosos, pues del culto privado se encargaba el cabeza de familia y los cultos públicos generalmente los oficiaban los magistrados, es decir, los funcionarios de la ciudad.
Otros magistrados importantes de la ciudad eran los ediles ( aediles ), encargados de la vigilancia de las calles y de los edificios públicos, de los mercados y de los espectáculos; podían imponer multas y castigos corporales.
Queriéndome rodear de una gran consideración de los magistrados y sacerdotes, he aumentado sus privilegios; igualmente el Senado ha ordenado que en todos los templos se puedan enviar deseos para mí a la divinidad.
Se encargaba de despachar los asuntos ordinarios del gobierno, proponer leyes a la asamblea y controlar la actuación de los magistrados.
También se creó la boulé, un consejo más reducido que preparaba las sesiones de la ekklesia y controlaba a los magistrados.
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