Llena la maceta con la tierra, coloca las semillas germinadas con cuidado de no romper los tallos ni las raíces, y entiérralas para que queden a un par de centímetros de la superficie.
Marca cada maceta con una letra (A, B y C).
Pasado un mes, extrae con cuidado las plantas de la maceta y quita la tierra que se ha adherido a las raíces, añadiéndola a la de la maceta.
Riega la tierra de la maceta cada dos o tres días hasta que las judías alcancen una altura suficiente y tengan bastantes hojas.
Rocía suficientemente la planta y la tierra de la maceta B con la mezcla menos ácida.
Seca la tierra necesaria para llenar una maceta.
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