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38 oraciones y frases con intelectuales

Las oraciones con intelectuales que te presentamos a continuación te ayudarán a entender cómo debes usar intelectuales en una frase. Se trata de ejemplos con intelectuales gramaticalmente correctos que fueron redactados por expertos. Para saber cómo usar intelectuales en una frase, lee los ejemplos que te sugerimos e intenta crear una oración.
  • A este género de actividad, que coincide con la felicidad, apuntan las virtudes intelectuales.

  • Asimismo, muchos de estos intelectuales criticaron el idealismo hegeliano por su exceso de racionalismo, y se preguntaron por la existencia humana, por el hombre, alejándose de los temas abstractos.

  • Aspiraba a tener su base social en las clases populares, sin desdeñar a destacados intelectuales.

  • Aunque Epicuro, según parece, consideró que los placeres intelectuales eran superiores a los sensibles, sus discípulos terminaron por identi fi car la felicidad solo con estos últimos.

  • Durante los siglos y, los santos padres, los cardenales, los príncipes y, sobre todo, los intelectuales del Renacimiento (los humanistas) rastrearon aquellas bibliotecas y rescataron lo que quedaba del legado cultural romano, que se salvó definitivamente gracias a la aparición de la imprenta a finales del siglo .

  • Durante su reinado tuvieron un gran protagonismo, además de los ministros ya citados (Aranda, Floridablanca y Campomanes), grandes intelectuales de la talla de Jovellanos u Olavide, cuya colaboración en algunos de los proyectos de reforma del monarca fue muy destacada.

  • El hombre desarrolla sus cualidades realizando actividades (intelectuales y manuales).

  • En efecto, la radicalización política de la sociedad alcanzaba también a los intelectuales y artistas, en una época en que el compromiso político parecía ineludible en toda Europa: Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán o Rafael Alberti, entre otros muchos, se orientaron hacia la izquierda; Ramiro de Maeztu o Eugeni d’Ors, hacia la derecha monárquica e, incluso, el fascismo.

  • En este sentido destacaron en especial los Médicis, que gobernaron en Florencia durante el siglo, y sobre todo Lorenzo el Magnífico, cuyo círculo gozaba de merecida fama por el elenco de extraordinarios intelectuales y artistas que patrocinaba.

  • En general, la mayoría de los intelectuales y los simpatizantes de izquierdas –desde liberales hasta socialistas– engrosaban el bando de los aliadó fi los, ya que países como Francia o Gran Bretaña representaban para ellos los ideales de la democracia.

  • En todo caso, es evidente que los intelectuales y artistas más de izquierdas no tuvieron ni la posibilidad de visitar España ni de ver circular legalmente sus libros en ella, al menos hasta los últimos años del franquismo.

  • Entre los diputados elegidos predominaban, además de eclesiásticos (casi un tercio), abogados, funcionarios, militares e intelectuales.

  • Era responsabilidad de los intelectuales denunciar las in injusticias y la situación de explotación del individuo.

  • Este ejerció una gran influencia en la historia europea de su siglo: fundó monasterios, ayudó a la fundación de otras órdenes religiosas, participó en los grandes debates intelectuales e incluso inspiró el estilo arquitectónico cisterciense.

  • Este monarca mostró grandes dotes intelectuales y de gobierno, y mantuvo contactos con los fi lósofos ilustrados franceses.

  • Este empeño estableció las bases intelectuales para la investigación de la naturaleza: esta no oculta poderes oscuros ni esconde a dioses caprichosos, sino que la crea un Dios inteligente y bueno, que ha hecho al hombre a su imagen, para que conozca y cuide todas las cosas.

  • Finalmente, quizá si la sociedad y sus gobiernos acogen favorablemente las aspiraciones intelectuales y vitales del científico, estos no necesiten acudir a mecenas cuyo uso de los descubrimientos científicos puede ser deplorable.

  • La Academia Neoplatónica, fundada en Florencia, reunía a un conjunto de intelectuales y artistas, en torno a su principal ideólogo, Marsilio Ficino, y pretendía conciliar el cristianismo con la filosofía antigua, mediante una recuperación del pensamiento de Platón (siglo a.C.) y la escuela neoplatónica de Alejandría (siglos ).

  • La exigencia de una nueva organización de la sociedad facilitó el hecho de que los intelectuales de la época se dedicaran a los asuntos sociales.

  • Los dos intelectuales más representativos de esta generación eran José Ortega y Gasset, fi lósofo cuyo pensamiento ejercería una gran in fl uencia en las jóvenes generaciones, y el catalán Eugeni d’Ors, fi lósofo también, que desarrolló una gran labor difusora de las corrientes artísticas, literarias y fi losó fi cas europeas.

  • Los militares sublevados, cuando conquistaban un pueblo o ciudad, eliminaban sistemáticamente a miembros y simpatizantes de partidos y sindicatos de izquierdas, pero entre sus víctimas también fueron numerosos los maestros, tan apreciados por la República, y los intelectuales, entre los que sobresale la fi gura de Federico García Lorca, asesinado al principio de la guerra.

  • Los actos humanos y el fin último El Aquinate señaló que la criatura racional, a diferencia de los seres inanimados e irracionales, es capaz de encaminarse libremente hacia su fi n. Gracias a sus facultades intelectuales (inteligencia y voluntad), el hombre goza de libertad, esto es, es dueño de sus actos.

  • Los intelectuales del momento —Unamuno, Baroja y el propio Ortega, entre otros— intentaron analizar de una manera objetiva el problema de la decadencia de España y promover su regeneración.

  • Los intelectuales franceses más relevantes de la época publicaron la Enciclopedia, mediante la cual pretendían la difusión de las ideas ilustradas.

  • Los límites de la crítica ilustrada del Antiguo Régimen El pensamiento ilustrado fue un fenómeno minoritario, que se redujo a algunos círculos intelectuales de la nobleza y del clero, y a algunos plebeyos cultos.

  • No obstante, se fomentó –sobre todo hasta los años cincuenta– una cultura o fi cial, liderada casi en exclusiva por intelectuales católicos y falangistas .

  • Pero los años treinta fueron también los años en los que los intelectuales se politizaron».

  • Por otra parte, la veneración por el mundo antiguo extendió de nuevo la práctica del mecenazgo: a imitación de Mecenas, amigo del emperador Augusto, muchos príncipes, clérigos, nobles y burgueses de esta época dedicaron, por un afán de prestigio personal, un gran esfuerzo al fomento del arte y la cultura, manteniendo en sus círculos a los más afamados artistas e intelectuales y financiando sus obras.

  • Por tanto, todos los seres intelectuales gozan de voluntad libre, proveniente del juicio del entendimiento.

  • Puede ser ética, si perfecciona las facultades apetitivas del hombre, o dianoética, si ayuda al desarrollo de las facultades intelectuales.

  • Respecto al ser humano, los averroístas habían presentado un intelecto separado y los agustinianos habían puesto el acento en la iluminación de Dios, restando poder a las facultades intelectuales del hombre.

  • San Alberto Magno, santo Tomás de Aquino, san Buenaventura, Juan Peckham o el beato Duns Escoto, son algunos de los grandes intelectuales de la época.

  • Se denomina humanismo a una corriente de pensamiento que sitúa como principal centro de atención al hombre y confía en sus capacidades morales e intelectuales.

  • Se obtiene mediante el cultivo de las virtudes intelectuales y, en grado máximo, a través de la sabiduría; esta consiste en aplicar el intelecto, la facultad más alta, a los objetos más elevados, como el ser en general y el acto puro.

  • Sin la Revelación y su profundización por parte de estos intelectuales, Dios seguiría siendo un ser lejano y desconocido, y careceríamos de la noción de persona, que es la que fundamenta el concepto de dignidad humana.

  • Son presupuestos intelectuales que están por debajo de nuestras decisiones concretas.

  • Su preocupación por la cultura y la educación atrajo a destacados intelectuales, pero tuvo menos implantación social que el Partido Radical.

  • Tomás de Aquino aceptó la distinción aristotélica entre virtudes intelectuales y morales: Las virtudes intelectuales son aquellas que potencian las operaciones del entendimiento teórico o práctico: arte, prudencia, ciencia, etcétera.