A pesar de este aparente materialismo, se puede deducir de sus a fi rmaciones que el alma humana es inmortal y que tiene un destino eterno desconocido.
A pesar de que estos cuerpos tendrán un fin, habita en todos estos cuerpos; mas está más allá del tiempo: el Espíritu es inmortal e infinito» (Fragmentos de Bhágavad-guitá, libro sagrado hinduista).
Al igual que los pitagóricos, Platón sustentó que el alma es inmortal.
Arjé: Alma inmortal, reencarnación.
El alma es inmortal, a diferencia del cuerpo.
En cualquier caso, no dejó nada escrito sobre lo que le ocurre a esa parte inmortal después de sobrevivir al cuerpo.
En cuanto al ser humano, a fi rmó, con Aristóteles, que la unión de cuerpo y alma es sustancial, y negó que el alma del individuo fuese inmortal.
En el diálogo Fedón escribe: «El alma es lo más semejante a lo divino, inmortal, inteligible, uniforme, indisoluble y que está siempre idéntico consigo mismo».
En el ser humano se pueden distinguir los siguientes rasgos distintivos respecto al resto de las criaturas: Está dotado de alma espiritual e inmortal.
Es espiritual e inmortal, pero no tenemos un conocimiento intuitivo de ella.
Fundamenta su dignidad por su posición en el universo, no por poseer una naturaleza espiritual e inmortal cuyo origen se encuentra en el acto creador de Dios.
Los primeros filósofos musulmanes y judíos, como Avicena, Averroes y Maimónides, debatieron sobre su naturaleza (si es universal o individual, inmortal, etcétera).
Por eso, es necesario a fi rmar que el alma es inmortal: al no tener partes, no se puede descomponer ni corromper.
Por otro lado, yo tampoco puedo ser causa de mi existencia, porque, si yo me hubiera dado el ser a mí mismo, me hubiera hecho perfecto e inmortal, ya que quien puede dar el ser, también ha de ser capaz de darse a sí mismo todas las perfecciones.
Por tanto, el intelecto agente es único, separado del hombre e inmortal.
Sin embargo, el Aquinate añadió que el alma humana es espiritual, por lo que no depende del cuerpo para existir; por esta razón, es inmortal, lo que implica que cuando el cuerpo muere y se corrompe, el alma permanece.
Sócrates.— Por tanto, si siempre la verdad de las cosas está en nuestra alma, ella habrá de ser inmortal.
Veamos sus aportaciones principales: Para Sócrates, lo más importante del hombre es su alma, que es divina e inmortal.
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