A su derecha, los elegidos se elevan hacia el cielo, y a su izquierda, los condenados descienden al infierno.
A su izquierda hay un grupo de cuatro ángeles, uno agita un incensario, otro muestra abierto el Libro de la Vida y los otros dos, armados de lanza y espada, evitan que los condenados abandonen el infierno.
Abajo, a la izquierda, aparecen Felipe II, el Dux de Venecia y el Papa, representantes de las tres potencias que formaron la Santa Liga; a la derecha, un monstruo marino que, como boca del infierno, engulle a los infieles; arriba, un coro celestial adora el nombre de Jesús (IHS, Iesus Hominum Salvator, Jesús Salvador de los hombres).
Crono se convirtió en el único señor del mundo, ya que hundió a sus hermanos y a sus hermanas en el Tártaro (la parte más profunda del Infierno).
Efectos de la luz Debido a los acusados entrantes y salientes del conjunto, la luz incidente produce fuertes contrastes de luces y sombras que acentúan el dramatismo del tema y, en particular, de las escenas del infierno (a la derecha del espectador).
En el centro y envuelto por una mandorla con estrellas y rodeado de nubes, Cristo Juez llama a los elegidos levantando su mano derecha, mientras con la izquierda hacia abajo señala el infierno a los condenados.
En el registro inferior, se representa a la derecha de Cristo el paraíso y a su izquierda el infierno; y en el centro, en un pequeño hueco, el arcángel San Miguel pesa las almas, frente a un expresivo demonio que pretende alterar el resultado empujando un plato de la balanza.
En la parte superior, unos ángeles portan los instrumentos de la Pasión, y en la inferior se representa la resurrección de la carne (a la izquierda), un coro de ángeles (en el centro) y el infierno (a la derecha), cuyas características corresponden a las del Hades de la Antigüedad, con la Laguna Estigia y la barca de Caronte.
La denominó «La puerta del infierno», inspirándose en La Divina Comedia de Dante, y se integraban en ella casi doscientas figuras de diferentes tamaños.
La más extendida considera este tríptico como una sátira moralizante: el hombre al incurrir en el pecado original abandona el Paraíso para entregarse a todo tipo de vicios y excesos, cuyo desenlace final no puede ser otro que las torturas del infierno.
La tabla derecha parece representar un inquietante infierno en el que tiene cabida todo tipo de torturas y horrores, con un rostro en el centro, tal vez el autorretrato del pintor.
Las imágenes se completaban con un rico colorido, con predominio del azul en el paraíso y del rojo en el infierno, y con inscripciones, entre las que destaca la admonitoria del dintel: «Pecadores, si no modificáis vuestro modo de vida, sabed que se os juzgará con dureza».
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