El interés de la fi losofía estriba precisamente, según Hegel, en tomar conciencia de este desarrollo, necesario e inmodi fi cable.
En Hegel, sin embargo, todo mo gación.
En efecto, Hegel a fi rmó que la realidad se muestra contradictoria, dividida y en continuo devenir.
En Hegel, la realidad es un producto del pensamiento; lo que determina el movimiento de la naturaleza es el despliegue o exteriorización del Espíritu en su búsqueda de la identidad absoluta.
Esta identi fi cación de sujeto y objeto sería el punto de partida del pensamiento de Hegel.
Esta pérdida de Dios se traduce, según la pensadora andaluza, en la creación de otros dioses, que concretó en tres idolatrías : la historia (propuesta por Hegel), la sociedad (obra del materialismo), y el futuro (debida a la fi losofía vitalista de Nietzsche).
Este autor criticó el idealismo de Hegel porque era excesivamente abstracto y olvidaba el objeto principal que debía animar toda re fl exión: el ser humano viviente y concreto.
Frente al positivismo, Hegel a fi rmó que las cosas no se agotan en sí mismas: se realizan en un continuo proceso de transformación.
Hay que advertir que el pensamiento fi losó fi co de Hegel se oponía a la concepción positivista, que reducía la realidad a lo dado, a los hechos.
Hegel a fi rma que el conocimiento del proceso que constituye al Espíritu absoluto es un conocimiento histórico.
Hegel diferenció el pensamiento como entendimiento, que fi ja la realidad en conceptos y establece distinciones en función del principio de identidad ( A es A ), del pensamiento como razón, que sigue la ley de la dialéctica y capta la identidad en la diferencia.
Hegel ejempli fi có el carácter histórico del proceso dialéctico del Espíritu.
Hegel empleó el término dialéctica para referirse a la ley que rige este movimiento del Espíritu.
Hegel sostuvo, por consiguiente, que la única realidad es el Espíritu.
La concepción de Heráclito sobre la realidad como devenir tuvo repercusión en autores tan dispares entre sí y tan lejanos en el tiempo como Hegel, Marx y Nietzsche.
La doctrina del monje agustino in fl uyó en la filosofía moderna, ya que muchos de sus pensadores (Kant, Fichte, Hegel, etc.) fueron protestantes.
La fi losofía es, para Hegel, la consideración de la vida del Absoluto, es decir, de su exteriorización (objetivación) en la naturaleza y de su retorno sobre sí mismo en el espíritu humano.
La finalidad de este despliegue no es, como en Hegel, la superación lógica de las contradicciones, sino su eliminación.
La superación de esta conciencia negativa comenzó con la Revolución francesa y la Ilustración, que eliminaron la trascendencia y permitieron que aquella se reconozca a sí misma en la conciencia colectiva que surge con el Estado —y que Hegel identi fi có con el Estado alemán de su época— (síntesis).
Marx consideró que la fi losofía de Hegel era el culmen de la interpretación cristiana y burguesa de la realidad.
Para este grupo, el gran descubrimiento de Hegel fue la concepción dialéctica de la realidad, hasta tal punto que pensaron que era necesaria una oposición al estado de cosas existente, para acelerar la evolución hacia formas nuevas de organización política y social.
Pero, como a fi rmó el propio Marx, su «método dialéctico no solo es distinto del de Hegel», sino que es, «en todo y por todo, la antítesis de él».
Rechazaron el carácter idealista de la fi losofía de Hegel.
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