Durante este breve paréntesis de gobiernos progresistas se pretendió dar un nuevo impulso a la economía, con ambiciosas medidas como la desamortización de Madoz o la Ley General de Ferrocarriles .
El consumo de carbón creció desde mediados de siglo, estimulado por la red de ferrocarriles, la navegación a vapor y la industrialización .
La alta burguesía fue la nueva clase que emergió al bene fi ciarse con la compra de las tierras desamortizadas y con las inversiones en ferrocarriles e industrias.
La Ley de Ferrocarriles propiciaba la creación de sociedades anónimas ferroviarias que se encargarían de la construcción y explotación de los diferentes tramos de la red; asimismo, preveía el pago de subvenciones e, incluso, permitía la importación de materiales ferroviarios.
Las aplicaciones de los áridos se agrupan en cuatro sectores: la construc-ción y las obras públicas son la aplicación principal (grandes infraestruc turas, obras de fábrica, carreteras, ferrocarriles, fabricación de cemento, baldosas, etc.); la industria (abrasivos, plásticos, fibra de cristal, porcelana para aislantes eléctricos, cristales, electrónica –chips–); la medicina (crista les ópticos para gafas, talcos, etc.); y el doméstico (jabones, dentífricos, porcelanas y vajillas...).
Los costes materiales Como toda guerra de cierta duración, la española se cobró un alto precio en destrucciones materiales : carreteras, ferrocarriles, puentes, edi fi cios y todo tipo de bienes se perdieron en distintas proporciones.
Los ferrocarriles se dividirán en líneas de servicio general y de servicio particular.
Pero aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte integrante de la Nación, sería orgánica representación de ella, y no es sino un cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por la fuerza de Ministerios, Capitanías, telégrafos, ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y cobrarlos.
Por consiguiente, además de reducir la deuda pública, se pretendía destinar parte de los ingresos obtenidos a fi nanciar la construcción de las infraestructuras necesarias para moder- nizar la economía, en especial la red de ferrocarriles .
Todas las líneas de ferrocarriles destinadas al servicio general, son del dominio público, y serán consideradas como obras de utilidad general.
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