Brentano recuperó el término, que fue determinante para el desarrollo de la fenomenología de E. Husserl.
El existencialismo y la fenomenología comparten una misma época.
En un contexto positivista, marcado por la importancia de los hechos medibles y cuanti fi cables, la fenomenología recuperó la búsqueda clásica de verdades universales y necesarias que había caracterizado a la fi losofía desde sus inicios.
Esta captación es natural y espontánea, es decir, de un nivel inferior a la que exige la fenomenología.
Esto supuso un giro en la fi losofía fenomenológica, que se convirtió, así, en fenomenología trascendental.
Frente a estas corrientes, la fenomenología y la hermenéutica han ayudado a entender la capacidad humana de conocer la realidad.
Gracias al concepto de intencionalidad, Husserl promovió la fenomenología como «una vuelta a las cosas mismas».
La fenomenología trascendental.
La fenomenología.
La idea de la fenomenología.
La posibilidad de conocer las esencias o ideas condujo a Husserl a iniciar un nuevo programa fi losó fi co: la fenomenología.
Merleau-Ponty intentó establecer un puente entre el existencialismo y la fenomenología.
Otros autores en los que se percibe cierta in fl uencia de la fenomenología son P. Ricoeur y E. Lévinas.
Para este fi lósofo francés, la fenomenología es el estudio de la esencia.
Precisamente por no ser —como el resto de las ciencias positivas— un saber sobre hechos, sino sobre esencias universales, la fenomenología es, además de una ciencia fi losó fi ca, el saber último y fundamental del que dependen los restantes conocimientos.
Preocupado por problemas éticos y religiosos, más que gnoseológicos, consideró que la fenomenología era un método que permitía aprehender objetos, como el amor o los valores, sin preconcepciones, pues, para él, los objetos son independientes del sujeto del conocimiento.
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