¿Qué nos enseñó Jesús sobre el amor?
Atenea, enemiga acérrima de la Medusa, ayudó a Perseo en todo momento: por ejemplo, le enseñó a distinguir a Medusa de las otras dos Gorgonas, Esteno y Euríale, que eran inmortales.
Conmueve observar cómo trató y enseñó con paciencia y cariño a sus Apóstoles y discípulos, como Marta, María y Pedro.
Después volvió a Siracusa, donde enseñó y escribió sobre Álgebra, Geometría y Física.
En la actualidad, alcanzar una vida plena de logros se identifica con tener éxito, satisfacer todas las necesidades, no tener preocupaciones ni sufrimientos… Jesús, sin embargo, nos enseñó algo muy distinto.
Jesús enseñó a los discípulos a que orasen con una fe viva, confiada y perseverante.
Perseo se detuvo cerca del palacio del titán Atlas, a quien castigó por su falta de hospitalidad: le enseñó la cabeza de la Gorgona y lo convirtió en montaña.
Por encargo de Filipo II, Aristóteles fue el responsable de la educación del joven Alejandro, a quien enseñó la importancia de virtudes como la sabiduría, la magnanimidad, la amistad y la justicia.
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