Al final del siglo aC comienzan a desarrollarse en el mundo griego varias formas de teatro: la tragedia, la comedia y el drama satírico.
Asimismo, en nuestra sociedad observamos el drama de la ausencia de ternura, el afecto que surge entre las personas y al que no podemos renunciar si queremos ser realmente humanos.
De este modo, desde hace mucho tiempo, el drama o teatro se ha considerado un ámbito privilegiado para este propósito.
De este modo, las relaciones humanas se perciben como un drama, una lucha en la que la libertad de unos busca escapar del proceso nihilizante al que otros les someten.
El «drama del humanismo ateo» —en palabras del teólogo Henri de Lubac— es una realidad incontestable.
El drama de la Segunda Guerra Mundial sumió al ser humano en el pesimismo.
El drama satírico trataba de una manera burlesca algunos aspectos del ciclo y se hacía intervenir el él un coro de sátiros (seres dotados de cuerpo humano y piernas de macho cabrío, asociados al culto de Dioniso).
En época de Esquilo, los poetas trágicos tenían que presentar a concurso una tetralogía, que estaba formada por tres piezas que trataban de un mismo ciclo mítico y de una cuarta pieza más corta, un drama satírico.
En mitad del drama que están viviendo, buscan la estrella fugaz para pedir sus deseos.
La tragedia y el drama satírico La palabra tragedia, que significa ‘canto del macho cabrío’, deriva probablemente de la piel de cabra que levaban algunos celebrantes de cultos dionisíacos: la tragedia seguramente se origina en relación con los rituales de Dioniso.
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