Avicena distinguió entre Ser necesario y ser contingente o posible.
Como Aristóteles, distinguió cuatro tipos de causas segundas —material, formal, e fi ciente y fi nal—, otorgando especial relevancia, también, a la causa fi nal.
De acuerdo con la física aristotélica, santo Tomás distinguió dos tipos de movimiento: accidental y sustancial.
Distinguió entre contemporáneos, que son aquellos que viven en el mismo tiempo cronológico, pero pueden pertenecer a generaciones diferentes, y coetáneos, que son quienes se encuentran en el mismo tiempo vital y, por tanto, coinciden en la misma generación.
Distinguió entre el intelecto en acto o agente y el material o paciente, que son eternos, inmortales, extrínsecos y comunes a todos los hombres, por ser propios de su especie.
Distinguió entre fin último en cuanto a su objeto o contenido, que es Dios mismo, y fin último en cuanto a su posesión, que es la Bienaventuranza o felicidad.
Distinguió entre las sociedades totalitarias o cerradas —consideradas perfectas e incompatibles con la libertad; por tanto, no se pueden reformar— y las sociedades abiertas —imperfectas, pero en las que cabe mejora a través de reformas democráticas —. Fragmento de La sociedad abierta y sus enemigos.
Distinguió entre poder absoluto, consistente en que nada se escapa al poder de Dios, y poder ordenado, por cuanto que Dios respeta el orden que ha introducido en la Creación, aunque sea libre de modificarlo.
Distinguió esta de la libertad interior (o moral), que sí tiene en cuenta los motivos del agente para actuar, y que no se puede someter al poder del Estado.
Distinguió tres tipos de leyes: La ley eterna es el gobierno de la razón divina sobre el universo, que ordena los movimientos de todas las criaturas hacia sus fi nes propios.
El fi lósofo distinguió entre justicia legal —que relaciona al ciudadano con la polis—, distributiva —que reparte proporcionalmente los bienes y las cargas entre los ciudadanos— y conmutativa —que regula las relaciones entre los individuos—.
El pensador alemán distinguió entre el hombre racional y el hombre intuitivo.
En efecto, los cuerpos se pueden percibir; los átomos, no. Demócrito distinguió dos niveles de conocimiento: El saber confuso, aparente o sensible, que se da a causa de irradiaciones materiales que provienen de los cuerpos y afectan a los sentidos.
En primer lugar, distinguió entre seres animados e inanimados.
En ese programa distinguió tres etapas: formación física, educación moral y religiosa, y educación social y política.
Entre ellos, se distinguió Maimónides.
Entre todas ellas, el Liceo aristotélico se distinguió por el estudio de las ciencias naturales (como la zoología y la botánica).
Este autor otorgó el nombre genérico de idea a todo contenido inmediato del pensamiento, y distinguió entre ideas simples y complejas.
Nicolás distinguió entre razón e intelecto.
Pero distinguió entre el sentido de las proposiciones y su verdad.
Según las diversas funciones que son capaces de realizar los seres vivos, Aristóteles distinguió tres clases de alma, que dan lugar a otros tantos tipos de vida.
Siguiendo a Hobbes y a Rousseau, el profesor de Königsberg también distinguió entre un estado de naturaleza y un estado civil en la vida de los hombres.
Teniendo en cuenta la realidad de la libertad humana, santo Tomás distinguió entre actos humanos y actos del hombre.
Tipos de juicios Prosiguiendo con sus numerosas clasi fi caciones, Hume distinguió dos tipos de juicios en nuestro conocimiento.
Un poco más tarde, san Agustín de Hipona distinguió entre las nociones de ley eterna, ley natural y ley positiva: La ley eterna es la razón divina, la voluntad de Dios que manda conservar el orden natural y prohíbe perturbarlo.
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