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19 oraciones y frases con deuda

Las oraciones con deuda que te presentamos a continuación te ayudarán a entender cómo debes usar deuda en una frase. Se trata de ejemplos con deuda gramaticalmente correctos que fueron redactados por expertos. Para saber cómo usar deuda en una frase, lee los ejemplos que te sugerimos e intenta crear una oración.
  • A ellas seguía siempre una negociación con los banqueros afectados, que solía consistir en sumar a la deuda principal los intereses no pagados, con lo que el endeudamiento de la monarquía era cada vez mayor.

  • A mediados de siglo se destinaba más de la mitad de las rentas ordinarias de la Hacienda Real al pago de intereses de la deuda pública; y a fi nales de siglo, todas ellas, por lo que la monarquía dependía por completo de los caudales de Indias (el quinto real y otros impuestos americanos) y de los servicios extraordinarios aprobados por las Cortes.

  • Además, os concedo a todos vosotros, el que nunca paguéis en Tortosa el impuesto llamado leuda, ni el portazgo, ni el tránsito [...] La primera regla, pues, que debe observarse en la ciudad de Tortosa, es esta: Cualquiera que fuere deudor de otro, y al llegar el vencimiento no quisiese pagar, después que el acreedor hubiere expuesto su queja a la Curia sobre esto, el deudor le pagará íntegramente lo que le deba, y después el deudor entregará a la misma Curia de sus bienes propios, tanto como importe la quinta parte de la deuda que hubiere pagado.

  • Aprobada por la mayoría del Congreso, incluido el PP, la nueva redacción del artículo establecía como obligación prioritaria por parte del Estado el pago de la deuda pública frente a cualquier otro gasto de los presupuestos generales.

  • Dividid la clase en dos grupos: • Grupo A: este grupo defenderá que la sociedad lleva a cabo un esfuerzo para vuestra formación y que, por lo tanto: «Debo estudiar porque tengo una deuda con la sociedad».

  • El decreto que voy a tener la honra de someter a la augusta aprobación de V.M. sobre la venta de esos bienes adquiridos ya para la nación, así como en su resultado material ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda pública, es menester que en su tendencia, en su objeto y aún en los medios por donde se aspire a aquel resultado, se enlace, se encadene, se funda en la alta idea de crear una copiosa familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoya principalmente en el triunfo completo de nuestras actuales instituciones.

  • El problema radicaba en que cuanto mayor era la cantidad de deuda publica contraída, mayores eran también los gastos que el Estado debía destinar al pago de intereses.

  • El superávit presupuestario que se había mantenido hasta entonces se agotó y se pasó a la situación contraria, de dé fi cit presupuestario y aumento de la deuda pública, para hacer frente a los gastos exigidos por la crisis económica.

  • En conclusión, la inversión extranjera en España fue muy importante cuantitativamente y, a falta de capitales españoles sufi cientes, desempeñó un papel fundamental: fi nanció parte de los gastos del Estado a través de la deuda pública; compensó el elevado volumen de nuestras importaciones, ya que con los ingresos por exportaciones no era su fi ciente; y contribuyó a la industrialización del país, sobre todo en sectores como el ferrocarril y la minería, aunque, como es lógico, orientándolos más en su bene fi cio que en el de España.

  • Husserl reconoció su deuda con Descartes.

  • John Stuart Mill reconoció su deuda con Bentham, pero matizó algunos de sus presupuestos básicos.

  • La condición de esclavo se tenía de nacimiento –por ser hijo de una esclava–, o se podía adquirir por varias circunstancias: caer prisionero de guerra, ser condenado a esclavitud por los tribunales, ser vendido por el padre o, incluso, por autoventa –por ejemplo, para saldar una deuda que no se había podido pagar.

  • La desamortización de Mendizábal Vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad del Estado, no es tan solo cumplir una promesa solemne y dar una garantía positiva a la deuda nacional por medio de una amortización exactamente igual al producto de las rentas, es abrir una fuente abundantísima de felicidad pública; vivificar una riqueza muerta; desobstruir los canales de la industria y de la circulación; apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo propio; enganchar la patria, crear nuevos y fuertes vínculos que liguen a ella [...].

  • Las desamortizaciones no fueron concebidas como una reforma agraria de carácter social, sino como una medida económica de carácter esencialmente fi scal : uno de los objetivos prioritarios era disminuir la deuda pública.

  • Pero la enorme deuda pública también repercutió negativamente en el conjunto de la economía, al menos en dos sentidos: a Absorbió una importante cantidad de capitales que podrían haber tenido un destino más productivo, como la inversión industrial.

  • Por consiguiente, además de reducir la deuda pública, se pretendía destinar parte de los ingresos obtenidos a fi nanciar la construcción de las infraestructuras necesarias para moder- nizar la economía, en especial la red de ferrocarriles .

  • Por otra parte, la escasa burguesía tenía como máxima aspiración abandonar sus negocios e invertir sus bene fi cios en tierras, señoríos y rentas fi jas –como los juros o títulos de deuda pública–, e incluso en la adquisición de un título nobiliario.

  • Se pretendía con ello transmitir con fi anza a los compradores de deuda pública –en un momento en que esta era muy elevada, pero también imprescindible–, para evitar la quiebra del propio Estado.

  • Sus objetivos, determinados por la crítica situación que atravesaba el país –primera guerra carlista y estado ruinoso de la Hacienda–, fueron esencialmente tres: a Sanear la Hacienda, mediante la amortización parcial de la deuda pública.