A esa misma tradición veneciana se debe también la variedad cromática, así como la riqueza y el lujo de telas, joyas y objetos.
Aplica una nueva gama cromática fría, con verdes, azulados y grises.
Así, los elementos se combinan de diferentes maneras y dan lugar a seres distintos, del mismo modo que un pintor mezcla en su paleta los colores básicos —amarillo, rojo, azul y negro— para producir toda la gama cromática.
Aunque la gama cromática dominante (ocres y tierras) nos sugiere la influencia francesa, la de la miniatura mozárabe es también apreciable en la expresividad de las figuras y el dinamismo de la composición.
Desde un punto de vista formal, la obra nos remite en algunos aspectos a la etapa del cubismo analítico: fragmentación de las figuras en planos que responden a diferentes momentos y puntos de vista; gama cromática limitada (blanco, negro y gris), aunque aquí tal vez se trate de una referencia a las fotografías de la masacre o de un recurso simbólico (el negro como color de la muerte y el luto).
Destacan la vivacidad y la riqueza de los colores empleados, que abarcan una gama cromática muy amplia, desde los colores fríos (verdes, azules) hasta los cálidos (rojos, amarillos) en una combinación equilibrada y brillante.
En sus comienzos se distinguen dos grandes tendencias: La abstracción cromática, interesada por las manchas de color de formas libres, como transmisoras de emociones.
Gauguin puso el color al servicio del significado simbólico o la idea del cuadro, sin someterse a la apariencia cromática de la realidad, en lo que se anticipó al Fauvismo del siglo .
La gama cromática es amplia y, además del negro, aplica con abundancia los colores característicos de la paleta de Tintoretto: azul, carmín, blanco argentado y amarillo.
La descomposición de una luz compuesta en luces monocromáticas se llama dispersión de la luz o dispersión cromática .
La gama cromática empleada combina igualmente los colores cálidos y luminosos de los personajes en primer plano con los fríos del paisaje de fondo.
La gama cromática es muy reducida, con predominio casi exclusivo de colores ocres, marrones, grises y negros, que Tàpies prefiere a los colores vivos por considerarlos más coincidentes con su visión filosófica (el marrón lo asocia, por ejemplo, al hábito de los franciscanos).
La influencia francesa penetró en España a través del Camino de Santiago y se aprecia principalmente en la pintura castellano-leonesa, cuyos rasgos más destacados son: Una gama cromática reducida, con predominio de colores ocres y terrosos.
La influencia italo-bizantina es apreciable en la rica gama cromática de azules, verdes y rojos, en la espiritualidad solemne de las figuras y en el tratamiento del tema (Pantocrátor bendiciendo).
La reducida gama cromática y el marcado contraste de luces y sombras acentúan el carácter desolador de la obra.
Las dovelas de los arcos presentan la típica alternancia cromática y de material (piedra blanca y ladrillo rojo).
No obstante, la gama cromática empleada es muy amplia y abarca desde los colores fríos (azules, verdes) hasta los más cálidos (amarillos, rojos), en una combinación equilibrada y sin que ninguno predomine sobre los demás.
Si los mosaicos de tema religioso se sirven del color para infundir emociones de carácter espiritual, exaltando la grandeza de la Iglesia y su doctrina, este mosaico de tema solo parcialmente profano pretende con esa riqueza cromática infundir veneración y respeto ante la grandiosidad del poder político y la majestad de sus gobernantes.
Sin embargo, este cuadro nada tiene que ver con los principios del Neoclasicismo europeo, ya que la luz y el color se imponen sobre los elementos lineales del dibujo, y la pincelada obedece a toques de gran libertad, con una gama cromática muy variada.
Una etapa de madurez, bajo la influencia del clasicismo y la pintura veneciana, en la que sus obras eliminaron los fondos sombríos en aras de una mayor luminosidad y riqueza cromática.
Una gama cromática rica y delicada, con pincelada de factura lisa.
Utilización de una gama cromática muy reducida.
Y continuó, en mayor o menor medida, a comienzos del siglo en algunos de los movimientos estudiados hasta ahora: el Fauvismo simplificaba el tema y se desentendía de la apariencia cromática de la realidad; el Cubismo sustituía la realidad visible por la elaboración intelectual y abstracta; y el Expresionismo de Der Blaue Reiter se interesaba por el color en sí mismo, al margen del motivo representado.
Y destaca la suntuosidad cromática, de factura ágil y suelta.
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