A diferencia de los invertebrados, el sistema nervios central es hueco y está en posición dorsal, protegido por el cráneo y la columna vertebral.
Cráneo alargado hacia atrás acabado en una protuberancia (moño occipital).
Cráneo alto y ancho.
Cráneo de paredes gruesas, arcos supraorbitales fuertes formando una especie de visera recta denominada «toro supraorbitario», y un refuerzo posterior llamado «toro occipital».
Desarrollo del esqueleto del cráneo y de la cara A partir de los cráneos y de las mandíbulas hallados, se ha podido deducir que el encéfalo fue creciendo y que ello comportó el aumento de la parte del cráneo donde se aloja (neurocráneo).
El cráneo de este mamífero presenta una dentición perfectamente adaptada al tipo de alimentación que poseía.
El eje del esqueleto está constituido por un cráneo, que protege el cerebro y el cerebelo, y una columna vertebral, formada por una serie de huesos articulados llamados vértebras, que protegen la médula espinal.
El encéfalo se encuentra protegido por los huesos del cráneo, mientras que la médula discurre por el interior de la columna vertebral.
Estas neuronas poseen axones que atraviesan un hueso del cráneo, el etmoides, y llegan al bulbo olfativo, situado debajo del cerebro.
Esto supone que los músculos de la cara y el cráneo se hacen más finos, hasta el punto de que permiten articular el lenguaje.
Los importantes cambios morfológicos y fisiológicos producidos durante el proceso de hominización —bipedismo, desarrollo del esqueleto del cráneo, etc.— facilitaron el de humanización A su vez, el proceso de humanización repercutió en la hominización, ya que con el desarrollo de la cultura y el lenguaje se fue acentuando más la inespecialización en los rasgos morfológicos y funcionales.
Los motivos principales son un maniquí sin cabeza y una voluminosa forma ambigua que sugiere la imagen de un elefante metálico: su cuerpo se inspira en una gran tinaja de una tribu sudanesa, que Ernst observó en una revista de antropología; la trompa (o tal vez el rabo) acaba en un cráneo de buey con cuernos; unos colmillos que asoman por el lado inferior izquierdo tal vez pertenecen a su cabeza oculta; y una insólita construcción con un ojo remata su cuerpo por la boca de la tinaja.
Por ejemplo, las que hay entre los huesos que forman la bóveda del cráneo.
Por ejemplo, los huesos del cráneo protegen el cerebro y las costillas protegen el corazón y los pulmones.
Presentan un rostro primitivo, similar al del H. erectus, y un cráneo moderno.
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