Así, podemos concluir que, si queremos descubrir qué es la verdadera libertad, necesitamos conocerlo a él.
Cuando alguien ama algo o a alguien, siempre quiere conocerlo más.
El fenómeno es fruto de la síntesis del conocimiento, pero el noúmeno no, por lo que podemos pensarlo, pero no conocerlo.
La religión y la ciencia son dimensiones complementarias del conocimiento humano: ciencia: defiende la racionalidad del mundo (creado por Dios) y nuestra capacidad de conocerlo.
Para amar a alguien como se merece, hay que conocerlo y respetarlo; de esta manera, el amor por el otro no se reducirá a un medio para amarnos a nosotros mismos.
Si yo soy consciente de mi yo, se debe a que en mi ser ya hay un yo, antes de que lo sepa, y por eso puedo llegar a conocerlo.
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