«Por eso hay que conceder que ningún universal es sustancia, comoquiera que se le considere, sino que todo universal es una intención del alma, que, según una opinión probable, no se distingue del acto de entender.
Con el título de emperador –y de otros que se hizo conceder por el Senado–, Augusto quería acumular poderes de manera disimulada en una única persona, él mismo, a diferencia de lo que pasaba en la etapa de la República, en la que el poder era ejercido por dos cónsules y con el apoyo del Senado.
En términos teóricos, estos tres objetivos pueden parecer factibles pero, en la actualidad, son muchos los que propugnan que se debe conceder mayor peso a la eficacia económica.
Igualmente, quería conceder la ciudadanía a todos los pueblos itálicos.
La ciudadanía se solía conceder individualmente, o incluso a un pueblo entero, casi siempre como premio y, en general, a todo aquel que, sin ser ciudadano, hubiera servido al ejército.
La nobleza El ascenso al estamento privilegiado de la nobleza solo lo podía conceder el rey, normalmente por servicios prestados a su persona, ya fuera con las armas, en la casa real o en la administración de algún territorio.
Sin embargo, al conceder al soberano y a la voluntad general unos poderes ilimitados, la libertad individual se puede ver gravemente amenazada.
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