Así pues, de acuerdo con la lógica presentada en el apartado anterior, tiene que haber un p verdadero y un p falso; es decir, un número de pelos tal que alguien con esa cantidad de pelos es calvo y que, si le añadimos un pelo, ¡deja de ser calvo!
Como sucesor suyo en la presidencia de gobierno impuso a Leopoldo Calvo Sotelo –no adscrito a ninguno de los grupos ideológicos de la UCD–, quien para ocupar el cargo debía ser previamente investido por el Congreso mediante el voto favorable de la mayoría de los diputados.
La paradoja del hombre calvo Imaginemos que el señor García no tiene un solo pelo en la cabeza; es evidente, entonces, que es calvo y si le añadimos un pelo en el centro de la cabeza, no dejará de ser calvo.
Sea p la afirmación «Alguien con n pelos en su cabeza es calvo» (suponemos que los pelos están distribuidos de una manera uniforme y que tienen un grosor y un color regulares).
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