El Pop-Art no se fundamentaba en una determinada teoría o concepción del arte, sino que fue más bien un conjunto heterogéneo de manifestaciones llevadas a cabo por artistas que, inmersos en la realidad de su tiempo, se sirvieron de un amplio repertorio de motivos de la cultura popular: objetos de la vida cotidiana y productos de consumo, imágenes tomadas de la publicidad, el cine, la televisión, los carteles o los cómics, etc. Todos ellos se representan sin emotividad ni intención de enjuiciarlos, empleando a veces técnicas de impresión mecánicas.
En algunos cómics de ciencia ficción, como X-Men, hay personajes que son capaces de controlar cosas con la mente, con el pensamiento: abren puertas, cierran ventanas, ponen en marcha la calefacción o el aire acondicionado.
En algunos cómics de ciencia ficción, como X-Men, hay personajes que son capaces de controlar cosas con la mente, con el pensamiento: abren puertas, cierran ventanas, ponen en marcha la calefacción o el aire acondicionado.
Pero al mismo tiempo fue perdiendo poco a poco su carácter de producto de difusión masiva para el entretenimiento popular, función asumida de forma creciente por la televisión, cuyas series de dibujos animados son esencialmente cómics adaptados al nuevo medio y orientados en su mayoría a un público infantil.
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