En otras palabras, si los impresionistas centraron su atención en los efectos cambiantes de la luz y el color sobre la naturaleza, a Cézanne, en cambio, no le interesaban los colores en sí, sino la forma que estos debían adoptar para plasmar en el cuadro las estructuras de la realidad: el color al servicio de las formas, y no al contrario.
Entre sus rasgos principales, en su etapa fauvista, cabría señalar los siguientes: Representaban formas elementales, por influencia de Cézanne y del arte africano, simple y rudo, que todos ellos admiraban.
La pintura de Cézanne, por la geometrización de las formas.
Por tanto, Cézanne no trabajaba con rapidez, como los impresionistas, pendientes de captar la apariencia fugaz, sino que sus obras eran fruto de un trabajo lento y reflexivo para representar la estructura permanente de las cosas, que en su opinión se podían reducir a módulos fundamentales: esferas, conos, cilindros.
Por tanto, si Cézanne preparó el camino al Cubismo y a las corrientes formalistas, de Van Gogh partieron el Expresionismo y, en general, todas las corrientes expresivas del arte posterior .
Su precedente inmediato estaba en la obra de Cézanne, con su combinación de puntos de vista y su tendencia a la ordenación geométrica de las formas.
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