El primer día se sacrificaban bueyes en el templo de Zeus.
En este sistema de escritura, el sentido de la lectura era de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, alternativamente en cada línea, a la manera de los bueyes que labran.
En cuanto a la carne, era poco frecuente comerla, salvo las fiestas o los banquetes (sacrificios de bueyes).
Esta es, sin duda, una tarea ardua; pero a fi rma que, si la felicidad estuviera en los placeres del cuerpo, exclamaríamos: «Felices los bueyes cuando hallan hierbas amargas».
Los sacerdotes y todas las corporaciones de la ciudad formaban un templo de Atenea, se sacrificaban cuatro bueyes y cuatro corderos.
Luego, los trabajos de Heracles se situaron en otros escenarios, como Creta: capturó a un toro que estaba destruyendo la isla; ofreció el rey Diomedes a yeguas caníbales para que se lo comieran; obtuvo de la reina de las amazonas el cinturón mágico que llevaba; robó los bueyes de Geríones; dominó al can Cerbero en los Infiernos y, finalmente, cogió las manzanas de oro del jardín de las Hespérides.
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