Complejo sistema de arbotantes y contrafuertes, que permite aligerar al máximo el muro y establecer uno de los conjuntos de vidrieras que, con los de la catedral de Chartres, se consideran de los mejores del Gótico europeo.
El arco apuntado permitía elevar la altura del edi fi cio, y la bóveda de crucería dirigía los empujes de la cubierta hacia puntos concretos, desde donde eran desviados, por medio de arbotantes, a los contrafuertes exteriores, rema- tados en pináculos.
El triforio, galería estrecha sobre el muro de la nave central –abierta a esta generalmente mediante triforas o ventanas de tres vanos–. No debe confundirse con la tribuna –de anchura igual a la de la nave lateral sobre la cual discurre–, que en el Gótico tiende a desaparecer, pues su función de contrarresto la desempeñan los arbotantes.
La supresión definitiva de la tribuna, todavía presente en el Gótico preclásico, obligó a la utilización de arbotantes para contrarrestar los empujes laterales de la nave central.
Por otra parte, al trasladarse el peso de las bóvedas a unos puntos concretos a través de los nervios, parte de los empujes pueden ser derivados, por medio de arbotantes, desde esos puntos hacia contrafuertes exteriores, rematados por pináculos.
Supresión de los arbotantes y empleo de robustos contrafuertes exteriores, entre los cuales se disponen en el interior capillas laterales.
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