De acuerdo con él, el alma es como un carro tirado por dos caballos: uno representa las inclinaciones o impulsos nobles, mientras que el otro simboliza los apetitos y deseos.
En cuanto a los apetitos o tendencias, Aristóteles a fi rmó que tenemos en común con los animales el apetito sensible, que nos hace tender hacia aquello que los sentidos presentan como agradable y rechazar lo que aparece como desagradable.
Las virtudes morales son las que mueven al ser humano a la excelencia en relación con las inclinaciones de los apetitos sensibles y del apetito racional o voluntad.
Perfeccionan la parte apetitiva del alma (es decir, ayudan a realizar bien los actos de los apetitos sensibles y de la voluntad).
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