A las características generales de todo anfiteatro ya señaladas, habría que añadir como peculiaridad de este al menos otras dos: En su interior existía un complejo sistema de estancias y pasillos subterráneos, y eran famosos los ingenios mecánicos que hacían aparecer y desaparecer por sorpresa a fieras y gladiadores en diferentes partes de la arena.
El nombre se lo aplicó un crítico de arte, Louis Vauxcelles, al ver sus creaciones expuestas en una sala cuyo centro lo ocupaba una escultura neorrenacentista, por lo que exclamó: «como Donatello en medio de las fieras».
Eran los denominados «fauves» («fieras» en francés).
Jesuitas, y allí empezaron a aquella tarea de horror, más digna de fieras que de hombres reunidos en sociedad.
Las acrobacias con caballos del circo romano, así como las luchas de gladiadores con fieras, han dejado huella en los espectáculos de circo actuales: jinetes acrobáticos, domadores de tigres o leones, corridas de toros, etc. En cuanto a los edificios que acogen ciertos espectáculos de masas, también hay similitudes entre los de la época romana y los modernos: la forma del circo romano se ha mantenido en los hipódromos actuales, y la del anfiteatro, en los estadios de fútbol.
Luego dividió al ejército en tres partes e hizo rodear toda Cantabria, encerrando a este pueblo feroz en una especie de red, como se hace con las fieras [...].
Pero los espectáculos que realmente levantaban pasiones eran los combates de gladiadores y las luchas de fieras, especialmente durante el Imperio.
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