El héroe explicó sus aventuras a los feacios, quienes le prometieron que le ayudarían a regresar a Ítaca.
La diosa Atenea animó a Telémaco, hijo de Ulises, a abandonar Ítaca para ir a buscar noticias de su padre.
Los feacios lo acogieron y lo acompañaron hasta Ítaca.
Luego fue a parar a la patria de los cíclopes, de la que escapó gracias a su ingenio (hiriendo al cíclope Polifemo en su único ojo), pero aún tuvo que dar muchas vueltas en su camino a Ítaca a causa de los vientos desfavorables que había originado Poseidón, padre del cíclope Polifemo.
Más tarde se tuvo que enfrentar a los cantos hechiceros de las sirenas; fue a parar al hogar de la ninfa Calipso, y fue a la isla de los feacios, cuyo rey finalmente le proporcionó los medios para volver a Ítaca.
Mientras tanto, en su casa, en Ítaca, una multitud de pretendientes cortejaban a su esposa, Penélope, para casarse; pero ella, muchos años después, continuaba esperando el regreso de su marido.
Precisamente, desatando multitud de tormentas provocó que Ulises se perdiera al regresar a Ítaca, después de la guerra de Troya.
Se trata de dos poemas épicos: la Ilíada narra la cólera de Aquiles en la guerra de Troya, mientras que la Odisea explica las aventuras de Ulises en el camino de vuelta de Troya hacia Ítaca.
Una vez terminada la guerra de Troya, Ulises, también llamado Odiseo, pasó por muchas aventuras extraordinarias hasta llegar a su tierra, la isla de Ítaca.
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