Cada uno tenía asignado uno de los siete ábsides del interior.
En los ábsides y absidiolos, bóveda de horno (de cuarto de esfera).
Es de planta basilical de tres naves, rematadas en ábsides semicirculares; con transepto tan alto como la nave central, pero que no sobresale en planta.
Los cuatro brazos irían cubiertos con bóvedas de medio cañón y acabarían en ábsides semicirculares con puertas orientadas a los puntos cardinales.
Los sistemas de cubierta son los característicos del Románico: la nave central, con bóveda de cañón reforzada por arcos fajones; las naves laterales, con bóvedas de arista por tramos; la tribuna, con bóveda de cuarto de cañón; los ábsides, con bóveda de horno; y la cúpula, con bóveda octogonal sobre trompas.
Su planta es basilical de tres naves, que culminan en sendos ábsides abovedados y con planta de herradura.
También fueron frecuentes los ábsides con planta de herradura.
Tiene planta basilical de tres naves (más ancha y más alta la central) que culminan en sendos ábsides semicirculares; un transepto que apenas sobresale respecto a las naves laterales; tribuna sobre estas; y un atrio a los pies, abierto al exterior por una arquería de cinco vanos.
Una de sus peculiaridades es que tenía dos pórticos de entrada (por el oeste y por el sur) que conducían a sendos ábsides a través de sus respectivos ejes (uno longitudinal, de oeste a este por la nave central; y otro transversal, de sur a norte).
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